No se puede decir que Albert King naciera bajo un mal presagio, como cantaba el gigantesco bluesman del mismo nombre en su célebre Born under a bad sign, pero sí que debió lidiar con las comparaciones con el máquina de su hermano. Porque el Albert King de los ochenta en la NBA es el hermano pequeño de Bernard King. Célebre por figurar entre los grandes cañoneros de su tiempo y miembro del Hall Of Fame, Bernard protagoniza uno de los Básicos NBA+ que emite Canal+ (aquí todos los pases): Bernie & Ernie, el reportaje que relata su sociedad con Ernie Grunfeld en la época dorada de la Universidad de Tennessee.
En 1977, mientras Bernard salía elegido el séptimo en el draft, Albert abandonaba el instituto Fort Hamilton de Brooklyn para enrolarse en la Universidad de Maryland. Es lo que recogen estas imágenes del primero en la NCAA con los Volunteers de Tennessee (el 53 en la camiseta) y, sobre todo, del segundo (el 55) en el equipo de high school:
Algo más bajo que el primogénito (prototipo de small forward con sus 2,01), Albert King medía 1,98 y podía ocupar cualquiera de las dos posiciones en las alas. Su juego en Fort Hamilton (el mismo centro donde jugó su hermano) disparó todas las expectativas, hasta el punto de ser considerado el número uno del país a su edad, por delante de Gene Banks e, incluso, Magic Johnson. Con losTerrapins de Maryland, se le consideró el mejor jugador de la poderosa Atlantic Coast Conferenceen su año de junior. Uno después, le escogían en la décima plaza del draft los Nets, la franquicia en la que Bernard había debutado como profesional antes de convertirse en icono de los Knicks. En el lustro largo que pasó en New Jersey, el menor de los King promedió algo más de 14 puntos por partido. Después, estancias fugaces en Filadelfia, San Antonio y Washington, entreveradas por una aventura israelí y otra italiana, en la que ayudó a ganar a Mike D’Antoni su último scudetto como jugador del Olimpia de Milán en 1989:
Buscad arriba a King con la camiseta roja (nº20) de los milaneses, junto a Dino Meneghin, Roberto Premier y el gran Bob McAdoo, además de D’Antoni. El rival en la final era el Livorno, y los 22 puntos en el choque decisivo de Albert, que había llegado a falta de dos encuentros para comenzar los playoffs, resultaron clave. Mención aparte merece la última canasta del Livorno, fuera de tiempo, primero anulada y luego concedida tras la invasión de la hinchada local, en medio de un caos total (ojo a la pelea en la que se ve envuelto Premier). Horas después, se le acabó dando el título a la Philips de Milán, sin que de nada sirviera luego un recurso del Livorno por un fallo de la mesa que había permitido seguir en cancha a King después de la quinta falta.
Pero donde Albert King se convirtió en pequeña leyenda fue en las páginas de Heaven is a playground (1976), el libro en el que Rick Telander centraba su mirada en el baloncesto callejero de Brooklyn durante el verano del 74. Allí brillaban un Albert adolescente y un mito del playground como Fly Williams. Lo de este era el no va más, empezando por el apodo. Dicen que inspirado en Curtis Mayfield y su tema Superfly, de la banda sonora que compuso para el filme del mismo nombre (aquí un documental sobre la peli, emblema del blaxploitation):
Fly Williams puso en el mapa a la minúscula Austin Peay State University, recaló en los peculiares Spirits of St. Louis de la ABA, poco antes de que desaparecieran tras la fusión con la NBA, y acabó malogrando su carrera, entre excentricidades y adicciones. En 1991, el director Randall Fried llevó al cine Heaven is a playground. La iba a protagonizar el mismísimo Michael Jordan pero declinó a última hora la oferta (en marcha el proyecto estaba desde 1986; cuando se abordó el rodaje, en 1990, el estatus del jugador ya había cambiado) Le suplieron por Bo Kimble, y Jordan, denunciado por incumplimiento, terminaría ganando la pugna en los tribunales (el juez le eximió de pagar 16 millones de dólares por impedir, según el abogado del cineasta, que este llegara a ser “el nuevoSpielberg”) Un vistazo final al tráiler de la película, en la que también participaron Olajuwon y Kendall Gill:
RAMÓN FERNÁNDEZ ESCOBAR