La plegaria de Matthew E. White y Bobby Hurley

Si hay una persona mosqueada por el torneo de la NCAA de este año, ese es seguro Mathew E. White. El músico virginiano, que fue una de las sensaciones musicales de 2012 por su ópera prima, Big Inner (aquí se escucha completa), inicia una gira por España la próxima semana. Para entonces, quizá haya superado la decepción de ver caer pronto a sus dos equipos en La Locura de Marzo: el de su infancia, Duke, y el de su época universitaria, Virginia Commonwealth. Porque Matthew estudió música en el segundo de dichos centros, cuya sección de baloncesto dio la campanada en 2011.

Todos recordamos a esos Rams entrenados por Shaka Smart: partieron de la eliminatoria previa y se acabaron plantando en la Final Four (les ganó Butler en semis). Nuestro artista no se subió entonces al carro: había incluso escrito sobre el equipo en este blog en tiempos anteriores, los de Anthony Grant como técnico y Larry Sanders y Eric Maynor de estrellas. Su afición continúa viva. Fijaos en el detalle del balón en el segundo 10 de este vídeo. Corresponde a uno de sus temazos, Will you love me:

No creo que al barbudo le consuele que uno de los mentores de Smart en los banquillos, Billy Donovan, sí haya llegado a la fiesta de los cuatro elegidos (Canal+Deportes, este sábado desde Arlington, Texas). Smart fue ayudante de Donovan en la Universidad de Florida, la única nº1 del cuadro superviviente este año a la criba.

En las finales regionales que ya daban el pase a Arlington, destacó la presencia entre los técnicos de dos hermanos: Archie y Sean Miller, al frente de las caídas Dayton (ante Florida) y Arizona, respectivamente. En el baloncesto universitario se me ocurre otro ejemplo: los hermanos Hurley. Dan dirige a Rhode Island y Bobby a Buffalo. Ambos, como los Miller, son hijos de un entrenador de instituto. Y Bob, el patriarca Hurley, no es precisamente un don nadie. Lleva toda una vida convirtiendo el instituto St. Anthony de New Jersey en el más laureado del baloncesto estadounidense (le dedicaron hasta un documental, The streets stop here).

A su último alumno maravilla, Kyle Anderson, le hemos visto con UCLA en el torneo (también eliminados por Florida). Hablamos de un base de 2,06, con facilidad mágica para el pase y que parece jugar sin despeinarse. Le apodan Slow Mo, cámara lenta, así que molaría ver jugadas suyas con un tema del parsimonioso Matthew E. White sonando de fondo. Por ejemplo, Steady pace (aquí su clip oficial, aunque prefiero esta versión en directo): el ritmo estable al que alude el título valdría también para definir el de Anderson. Nos conformaremos con la voz del célebre analista Dick Vitale, pero vale la pena echar un vistazo al fascinante jugador de los Bruins:

https://youtu.be/5EoxHiXIqfQ

Del St. Anthony salió también el hombre con la carrera universitaria más prolífica en asistencias de la historia: el primogénito del entrenador, Bobby Hurley. Como base de Duke, sostuvo el timón de los Blue Devils en las Finales a Cuatro victoriosas de 1991 y 1992. En la segunda fue nombrado mejor jugador por delante de sus compañeros Christian Laettner o Grant Hill. Casi nada. Los Kings le escogieron en el séptimo lugar del draft. Tiempos de protagonizar anuncios de zapatillas o marcarse cameos en el cine, como en este pasaje de Blue Chips en el que hacía de jugador de los Hoosiers, con el mismísimo Bobby Knight en la banda. Pero ahí va lo que cuenta de verdad, una muestra de Hurley en su esplendor:

https://youtu.be/3wW72ywrK8w

Bobby_Hurley comebackUn terrible accidente de tráfico en su año de novato se llevó por delante la carrera de Bobby. Volvió para jugar cuatro años más en la NBA, pero nunca recuperó aquel nivel. El trauma le ha mantenido alejado del baloncesto hasta hace poco. Primero fue ayudante de su hermano y, desde marzo de 2013, head coach de los Buffalo Bulls. ¿Y al colgar las botas? Se dedicó a criar caballos de carreras. El más exitoso,Songandaprayer (‘canción y una plegaria’ se llamaba).

Hurley tardó mucho en saber que un niño, en un dormitorio en Manila forrado con sus posters, rezó por él sin tregua mientras estuvo ingresado, entre la vida y la muerte. La fe le venía al crío de familia: los padres se habían trasladado a Filipinas desde Estados Unidos en misión espiritual. Aquel chaval, ya treintañero, vive en Richmond, Virginia. Y se topó de casualidad con Bobby en 2007: “Me armé de valor, me acerqué a él y le conté esa historia de infancia. La situación le turbó, pero yo tenía que hacerlo”. El de las plegarias de entonces es ahora el de las canciones: Matthew E.White. Alguien capaz de marcarse estos gloriosos 11 minutos con coro, metales y cuerdas. En un festival en Raleigh, North Carolina, tierra de canastas:

RAMÓN FERNÁNDEZ ESCOBAR

@RamonFdezEs

Deja un comentario