“¿No me digas que tú nunca has sido alguna vez un Parrothead (un cabeza de loro)?”, cuentan que le espetóPat Riley al árbitro Joe Forte en el Heat-Knicks del 4 de febrero de 2001. El referee había decretado la expulsión de cierto espectador talludito, por sus palabras malsonantes, y Riley intentaba que cambiara de opinión. Forte no tenía ni idea de quién era ese célebre fan de Miami con la lengua suelta en las primeras filas. Y llegó incluso a creer que el técnico le insultaba con la alusión al ave parlanchina, en realidad, un apodo de los seguidores del expulsado: el músico Jimmy Buffett. “Iba con una niño pequeño y había una dama al lado, él sabe que dijo cosas que no debería haber dicho”, alegó el juez del partido. Y Buffett, incrédulo (su gesto en la foto corresponde a dicho momento), se marchó para que no le cayera una técnica a los Heat por su culpa. En el fondo, solo le dolía que pensaran que el crío, uno de sus hijos, era su nieto.
Esta anécdota viene al caso porque los Heat albergan a más de un Parrothead. Lo prueba que Buffett fuera invitado al reciente Battioke (aquí su impagable promo). Sí, al karaoke benéfico que todos los años organizaShane Battier, apologista del cantautor en la plantilla (las cabezas de tiburón de arriba también pertenecen a la iconografía de este). Buffett se marcó en la fiesta un dueto, cómo no, con Pat Riley: el clásico soul I Heard it through the grapevine, famoso en las versiones de Marvin Gaye y Gladys Knight & The Pips. Ojo en el vídeo de la web 305 Magazine a los del coro y al bailecito final del mítico entrenador:
¿Pero quién es ese artista nacido en Mississippi y criado en Mobile, la ciudad en Alabama en la que Dylan, antes que Kiko Veneno, se quedó atrapado con el blues de Memphis? Pues sobre todo un tipo con olfato. Tras sus pinitos como cantante callejero de country-rock en Nashville, Buffett acertó al mudarse al golfo de Florida, del que se convirtió en emblema. Hasta el punto de que su estilo, mezcla de folk, sones vaqueros y escapismo tropical, se llegó a bautizar como gulf and western. Sus discos de los setenta concentran lo mejor de su carrera, especialmente Changes in latitudes, changes in attitudes, que incluía su tema más popular, Margaritaville. Aquí una interpretación más bien kitsch de la misma en el show de Johnny Carson y, a continuación, otra en vivo años antes:
La discografía posterior de Buffett no tiene especial brillo más allá del éxito de ventas recuperado en los noventa (ocho discos de oro y nueve de platino en el total de su trayectoria). ¿La clave? Saber crearse un personaje imantado para la simpatía: loco por el sol y el mar, adicto a las camisas hawaianas y a las barbacoas playeras y epítome de la vida relajada en Key West (allí está la isla de Cayo Hueso) o en islas caribeñas como St. Bart’s, muy frecuentada por el músico. Sus composiciones conectan con ese sencillo hedonismo. Vaya ahí una muestra de los aquelarres populistas que monta con sus shows:
De paso, Buffett también ha escrito libros convertidos en best-sellers y ha levantado un imperio de negocios que incluye cadenas de restaurantes con nombres de su cancionero (Margaritaville Café, Cheesburger in Paradise), productos alimenticios y bebidas (una cerveza denominada Land Shark, tiburón de secano), además de todo tipo de merchandising. Su pasión por el mundo del deporte le facilitó incluso un acuerdo con los Miami Dolphins de la NFL para renombrar durante ocho meses su cancha como LandShark Stadium, con la cortesía añadida de cambiarle la letra a su canción Fins (Aletas, la del vídeo de arriba) para convertirla en himno de batalla del equipo. Otro ejemplo de sus lazos deportivos: esta foto donde celebra la conquista de la Stanley Cup de la NHL en 2010 con la estrella de los Chicago Blackhawks, Patrick Kane, que ejerce de Parrothead con su loro en la cabeza (el mote, por cierto, es una derivación humorística de Deadheads, seguidores irredentos de la banda Grateful Dead):
Además de los Heat, el otro equipo que ocupa el corazón de Buffett son los New Orleans Saints, bastión del fútbol americano en la ciudad donde se celebra este año el All Star Week End de la NBA. Allí estarán varios de los compañeros de Battier. Este continúa siendo casi siempre titular en Miami pese a no estar entre los ocho mejores anotadores del roster. Aunque sí hay un Big 8 al que jamás renuncia, el de Jimmy Buffett: así se conoce a las ocho canciones (por ejemplo, esta Come Monday de vídeo muy antiguo) que el cantautor nunca elude en sus conciertos. Alguna ha recibido hasta parodia baloncestística (aquí la que modifica el texto de Margaritavillepara aludir a la expulsión del músico en el partido de 2001). Y alguna otra hasta ha contado con el apoyo en directo del propio Battier tocando las congas, como el alero anunciaba en el siguiente tuit. Aunque no sabemos si Dios escuchó su petición de no pifiarla (tampoco habría pasado nada).
RAMÓN FERNÁNDEZ ESCOBAR