“No voy a engañar a nadie: después de todos los insultos racistas, sobre mi madre, mi juego o mis hijos que tuve que escuchar, disfruté golpeando espectadores en el Palace de Auburn Hills”. No parece la declaración más presentable del mundo, pero viniendo de Stephen Jackson tampoco debería sorprender. El escolta-alero tejano se pronunció así en una entrevista (aquí entera) la semana pasada enMiami, a los pocos días de subrayar su absoluto desinterés por la final entre los Heat y San Antonio, el equipo que le despidió en abril.Gregg Popovich argumentó que era “por el bien del grupo” (Jackson estaba casi fuera de la rotación y podía alterar el ecosistema del vestuario). Y el jugador sostiene que la clave estuvo en su negativa a aceptar a Danny Green y Manu Ginobili como mejores que él, dentro de los “juegos mentales” de Pop.
Vistos los triples compulsivos de Green y la resurrección de Manudona en el quinto partido, el entrenador no iba muy descaminado. Y la penúltima baladronada de Jackson, el hombre de la pelea con la grada de Detroit (2004), el tiroteo delante de un club de striptease (2006) y la amenaza por twitter a Ibaka (2012), parece dar sentido al título de su single de hace unos meses, Lonely at the top, en el que rapeaba junto a Kevin Durant. Más por estar solo, sin equipo a los 35 años, que en ninguna cumbre. Aunque la cima que supuso su anillo de 2003 con los Spurs (casi 13 puntos de media en aquellos playoffs) también se redujo a él y su circunstancia tras no querer renovar. Y desde aquella primera etapa en San Antonio, pese a su talento (defiende, pasa y anota, aunque sea tirador de rachas y descuidado con el balón), ha sido carne de intercambio para Atlanta, Indiana, Golden State en dos ocasiones, Charlotte y, recientemente, Milwaukee. Así que tampoco extraña que bautice la colección donde Lonely at the top se incluye como Jack of all trades. La expresión significa ser un manitas, pero se antoja una broma a propósito de su apodo, Captain Jack (Stak5 en la música), y tanto traspaso.
¿Dónde acabará el autoproclamado mejor rapper de la NBA? Mucho va a depender de la habilidad de su representante, Happy Walters. Este no solo maneja los intereses deAmar’e Stoudemire, Dwight Howard, John Wall, Ricky Rubio o, en lo que implica a la finalísima, Dejuan Blair, otro marginal para Popovich. Walters conoce además lo que es gestionar carreras de artistas de hip-hop. Antes del mundo del deporte, se prodigó en el de la música al frente de Buzztone Entertainment, agencia de representación desde donde lanzó, por ejemplo, a los reivindicativos fumetasCypress Hill. Y está acostumbrado a la palabra pesadilla, aunque sea en latín: una de las principales bandas de su sello Inmortal Records fue Incubus, adalid del metal alternativo. En Relativity Sports, la empresa que preside Walters, presumen de relaciones en los medios y el showbusiness para ofrecer oportunidades promocionales a sus deportistas. Impagable es este vídeo (We crush acting) en el que, entre otros atletas de la firma, Shawn Marion y Dwight Howard representan escenas cinematográficas.
En el duelo con los Spurs, LeBron James se ha librado de lidiar con la defensa ocasional de Stephen Jackson, aunque bastante está teniendo con el trabajo enfrente de Kawhi Leonard. Todo en una campaña en la que el apartado defensivo le ha supuesto fuente de frustración por su segunda plaza tras Marc Gasol como defensor del año. King James deseaba el premio tanto como el anillo en 2012. Con idéntica voluptuosidad: la de la canción de Marvin Gaye, I want you, parte esencial en el spot al respecto conocido como The ring maker.
Los ardores de Gaye iban dirigidos a la joven por la que abandonó a su mujer cuando estaba casado con la hermana del capo supremo de Motown, Berry Gordy (aquí el tema completo).
¿Y Popovich qué pensará de la música hip-hop? En la final de Conferencia, se quejó del volumen con el que se escuchaba dicho género en el vestuario de los Grizzlies. “Cosas como esta ayudan a retirarse”, soltó entre risas. Pero el propio Stephen Jackson contó que Pop, pese a negar conocerlo, disfrutaba con el tributo bienhumorado de un grupo de raperos israelíes. En sus rimas (íntegra la letra aquí), concebidas tras la eliminación de 2012 ante los Thunder, ya se preveía el retorno al primer plano del protagonista y su equipo. Nasty game se llama el homenaje, aunque el baloncesto de los Spurs hace años que dejó de ser desagradable.
Ramón Fernández Escobar